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Guisantes

Guisantes

En un tiempo carísimos y considerados como un lujo; los guisantes se han convertido en una de las verduras más apreciadas, de la cual se han conseguido innumerables variedades.
Guisantes capuchinos o mollares y guisantes-espárragos Estos guisantes se comen con vaina. Hay muchas variedades, y en todas ellas se ha conseguido reducir a un mínimo la delgada membrana fibrosa que recubre la vaina del guisante común, de modo que tanto los guisantes mollares más grandes, que contienen semillas inmaduras, como los pequeños y de color verde más oscuro son tiernos para comer, siempre que sean muy jóvenes. Si tienen hilos en los costados, hay que quitárselos cuando se limpian.
Estos guisantes saben mejor cuando e hierven rápidamente en agua abundante y muy salada; la sal ayuda a conservar el color. Cuando están cocidos no deben resultar desabridos, y lo mejor es servirlos simplemente con suficiente mantequilla como para que queden bien cubiertos. Cuando son muy tiernos quedan bien en ensaladas, y todos los de esta variedad son también excelentes para freír, removiéndolos, constantemente en poco aceite.
Los guisantes espárragos, que no están relacionados con la familia del espárrago, se ven poco en la actualidad. Tienen vainas aladas que, como las del guisante mollar, se comen junto con la semilla, pero sólo son buenos cuando son muy tiernos y miden a lo sumo 5 cm. Guisantes comunes pequeños Contrariamente a la creencia popular, estos guisantes no son pequeños porque sean inmaduros, sino porque son una variedad enana. Estos guisantes son los que se envasan generalmente, son excelentes: pequeños, de color verde oscuro y muy dulces, a diferencia de casi todos los otros guisantes enlatados, gordos y feos que es preferible evitar absolutamente.
Los cultivadores establecen una distinción entre dos tipos de guisante común: la variedad grande, que se arruga al secarse, y la variedad que una vez seca sigue siendo lisa. La primera es mucho más dulce y es la que con mayor frecuencia se congela.
La razón de que hayan desaparecido tantas variedades de guisantes es, naturalmente, la abundancia de los congelados, más caros, sin duda, pero que ahorran muchísimo tiempo. Cuando los guisantes comprados en la verdulería se han pelado, la diferencia de precio ya no es tan clara.
Los guisantes admiten toda clase de tratamientos: en Inglaterra los prefieren simplemente hervidos y bañados en mantequilla, pero a algunos cocineros les gusta agregarles una ramita de menta fresca. En Italia suelen mezclarlos con finas tiritas de jamón, o con arroz, y en este caso el plato se llama arroz y guisantes. En los países donde habitualmente se sirven las verduras con una bechamel ligera, los guisantes reciben el mismo tratamiento. También es frecuente que se sirvan mezclados con zanahorias, a la flamenca. Guisantes a la francesa son guisantes cocidos en una cacerola enfondada con hojas de lechuga, en compañía de cebollitas blancas pequeñas, una porción de mantequilla y el agua que quedó adherida a la lechuga al lavarla. Cocidos de esta manera, los guisantes adquieren un delicado color amarillento y tienen un sabor delicioso; incluso los que ya tienden a ser harinosos quedan tiernos y sabrosos. Cuando están realmente viejos y duros, lo mejor es usarlos para sopas y purés.